NAZMIYE ANA
EL HOMBRE DE ITF
Soon may the Wellerman come
To bring us sugar and tea and rum
One day, when the tonguing is done,
We'll take our leave and go.
Estribillo de una vieja canción de balleneros, una “Sea Shanty” quizás del siglo XVIII, que se ha escuchado mucho últimamente gracias a la red social Tik-Tok. La canción deja entrever las penurias de los marineros por el mal tiempo, las obsesiones del capitán ballenero y la dificultad propia de la caza de la ballena.
El estribillo citado es un toque de esperanza en la pronta llegada del “hombre de Weller”, que les traerá provisión de té, azúcar y ron y, claro está, en que un día termine el trabajo de despiece de las ballenas y puedan recoger la paga y marcharse.
Las cosas han cambiado mucho en estos tres siglos, aunque no todas y no del todo. Ya casi no se cazan ballenas, pero muchos marinos siguen sufriendo a bordo por diversas causas, como la seguridad de los barcos, el retraso en los salarios, las jornadas extenuantes y los abusos laborales de diversa índole. Sigue habiendo pocas esperanzas a las que aferrarse cuando se navega bajo alguno de los llamados pabellones de conveniencia y el naviero es quien está obsesionado con ganar hasta el último céntimo posible.
Una de esas esperanzas es la cobertura internacional que ofrece la intersindical International Transport Federation, ITF para los del oficio, vigilando las condiciones laborales y de vida de los embarcados y acudiendo rápidamente a bordo de cualquier barco desde el cual se haya requerido su presencia. Al menos en Europa y América, un buque puede ser detenido en puerto si no cumple con las condiciones establecidas y no se corrigen inmediatamente las irregularidades en cuanto a seguridad, jornada laboral, la duración del descanso, el pago puntual de los salarios, la debida atención a quienes enferman, la alimentación, etc.
ITF tiene su sede central en Londres, aunque existen subsedes en lugares como África, las Américas, el mundo árabe o Asia-Pacífico e inspectores que pueden atender las necesidades de los marinos en varios puertos de casi cualquier línea marítima.
Un claro ejemplo de la actuación de un inspector de ITF en España, aún cuando el barco ya se había perdido, fue la atención a los supervivientes del vuelco en puerto del buque Nazmiye Ana, que, colaborando con los voluntarios de Stella Maris de Castellón, se ocupó de conseguir que el P&I del armador proveyese de ropa, hotel y dinero para larepatriación de los damnificados, así como de dar apoyo humano a su capitán, retenido judicialmente en Castellón.
Tuve ocasión de conversar con este “ITFman” en Barcelona y de comer con él rápidamente en un restaurante del puerto. Se le conoce amigablemente por las iniciales de su nombre, J.R, y se trata de un Capitán de la Marina Mercante con amplia experiencia tanto en el mando de buques como en destinos en tierra para alguna de las principales navieras del país.
Aparte de su profundo conocimiento técnico y de los entresijos del tráfico marítimo, me impresionó hondamente su humanidad, su gran estatura moral y su capacidad de trabajo. Y eso en una entrevista forzosamente breve, pues debía estar en Valencia esa misma medianoche para atender a la llamada de la tripulación de un barco de CMA-CGM que operaría en la terminal de contenedores.
Escuchando la “shanty” de los balleneros me imagino a un típico marmitón filipino, embarcado en uno de esos enormes barcos de crucero en condiciones bastante duras, por no decir terribles, canturreando una estrofa adaptada a estos tiempos:
“Soon may the ITFman come
To bring us justice, support and hope”.
Para saber más sobre ITF podéis visitar su página: https://www.itfglobal.org/en/sector/seafarers
SERGIO ARANDA