LA CARRERA DE NÁUTICA

LA CARRERA DE NÁUTICA

LAS MALAS PRÁCTICAS

Más de 20 años han transcurrido desde que pisé un barco mercante por primera vez, como alumna en prácticas, con un petate lleno de ilusiones, expectativas, esperanzas, grandes ideas y muchas ganas de aprender…; pero… ¡cómo han cambiado las cosas en los últimos años!

Vaya por delante manifestar, ante todo, que mis expectativas personales se vieron colmadas y muchas veces ampliamente superadas. Hace un tiempo, en una excelente reunión con experimentados marinos, se esgrimieron argumentos y razones de peso a cerca de lo que” el embarque y aprendizaje de los alumnos/agregados había cambiado” y principalmente “las pocas intenciones de embarcar de estos futuros profesionales de la mar”.

Con este artículo de opinión pretendía, en un principio, aliarme con los alumnos, ya que mi experiencia con ellos me había hecho creer que querían embarcar a toda costa pero que solo se les ponían trabas y, finalmente, una negativa como ultima respuesta, y de ahí su más que clara frustración.

Muy generosamente, ante mi firme defensa del “injusto trato” hacia los alumnos y primeros embarques de oficiales, se me brindó la oportunidad de ofrecerles un contacto directo, con pocos filtros, y poder así alcanzar “su objetivo”.

Debo de admitir que estaba en un error, dado que la mayoría de aquellos con los que he contactado han declinado vehementemente la oferta, sin ni tan siquiera tantear presentando su CV. Si bien es cierto que en otro momento resultaba harto fácil poder realizar las prácticas, días de alumnos y campañas, no lo es menos que se enviaban decenas de CV que tenían una respuesta negativa (o ninguna), y se acudía a muchas entrevistas que no eran fructíferas...pero nos comprometíamos.

Expuesto esto, debo reconocer que la situación es compleja y muy alarmante desde mi punto de vista. Personalmente puedo declarar mi frustración y aflicción al respecto. No es una cuestión de melancolía, creo que tal y como se están desarrollando las cosas (tanto a nivel formativo, prácticas y profesional) las consecuencias ya son tristemente visibles. Pero seguimos en esta singladura, sin recapacitar, y espero que no nos arrepintamos de haber perdido “los buenos marinos” de los que siempre hemos hecho buena gala.

                                                                                                                          SÒNIA GUERRA

                                                                                                                             ACCMM