DESDE MI PROA

DESDE MI PROA

MULTICULTURALIDAD A BORDO

Estos días desde mi proa, observo con asombro y temor el incremento en la gente de tierra de la idea de menospreciar a las personas inmigrantes, de otras culturas y creencias de fuera del estado español, sobre todo si son pobres y vienen con el fin de encontrar una nueva opción de vida, todo ello y según afirman con el fin de proteger y preservar la seguridad y el bienestar de los españoles de bien. Quieren evitar la multiculturalidad.

Volviendo la cabeza hacia la popa, observo la multiculturalidad de la mayoría de las tripulaciones que navegan por los mares del mundo, se estima que casi 2 millones millones de marinos sirven actualmente a la flota mercante mundial entre oficiales y marineros que operan en más de 74.000 barcos en todo el mundo. Más del 80% de los fletes internacionales fueron gestionados por tripulaciones multiculturales y plurilingües, y solo el 10% de los mismos con tripulaciones de más de cinco nacionalidades en un solo buque.

Es normal hoy en día encontrarse en un barco de los que amarran en el puerto de Castellón con tripulaciones de varias nacionalidades, como así comprobamos día a día en las instalaciones del Stella Maris del Grau. En una ocasión un buque que trabajaba asiduamente en el puerto, solo dos miembros de su tripulación eran de la misma nacionalidad; el resto, hasta doce eran cada uno de una nacionalidad distinta.

El negocio marítimo es un negocio abierto como la mar. Por eso el Stella Maris está abierto a todas las tripulaciones, culturas y religiones. Por estos motivos hay que evaluar la importancia y los beneficios de crear a bordo un lugar de trabajo solidario, equitativo e inclusivo para la gente de mar, sin tener para nada en cuenta su nacionalidad, cultura y creencia.

Hoy en día cada vez son más las organizaciones marítimas internacionales que desarrollan programas sostenibles de cambio cultural para la gente de mar y que buscan integrar en las tripulaciones una cultura de trabajo general seguro, una cultura de inclusión, donde todos los marinos, no solo sienten que pueden hablar, sino que sus líderes los alientan y apoyan activamente para hacerlo. Todo lo contrario, a lo que se propugnan hoy en día desde ciertas organizaciones políticas.

La gente de mar puede preferir trabajar con una tripulación multinacional por varias razones. Una es que les permite aprender durante sus largos periodos de embarque fuera de sus familias, durante seis a nueve meses si son oficiales, o de nueve a doce meses si son marineros, de sus diferentes culturas, tradiciones y costumbres, porque está demostrado que con el multiculturalismo se amplían los horizontes de nuevos valores, se promueve la tolerancia y también permite a los marinos probar diferentes cocinas.Otro motivo es que, al trabajar con una tripulación mixta, la gente de mar siente que se fomenta la profesionalidad y la seguridad.

Está demostrado que la nacionalidad única crea distancias sociales, por lo que la multiculturalidad a bordo limita el espacio para el favoritismo y el nepotismo. Todo ello en un ambiente tan agresivo como es el propio buque y sus condiciones de habitabilidad, Hoy en día las tripulaciones en general están formadas por oficiales superiores de países de la UE y de Europa del Este y los oficiales subalternos y marineros del Lejano Oriente, el sur de Asia y el Medio Oriente.

Por todo ello, desde tierra debemos admirar y aprender de este ejemplo, porque ciertamente la globalización se ha instaurado en el mundo y en la mar: ha llegado para quedarse. Todos hemos de aprender a convivir con ella, mirar hacia otro lado es tener una visión errónea y colonialista, que atenta siempre contra los derechos humanos y por lo tanto debe de ser repudiada.

Javier Peris Segarra, marino mercante y voluntario de Stella Maris Castelló