DESDE LA PROA

DESDE LA PROA

DESDE LA PROA

LOS MUERTOS NO VOTAN; LOS MARINOS, TAMPOCO.

Desde la proa de mi barco, que ha sido uno de los lugares preferidos de mi vida a bordo en mi etapa profesional, la proa llega antes a puerto. Desde la proa en navegación se observan los saltos y piruetas de los delfines, y lo que creo más importante cuando se está cerca de tierra, fondeado, es que se observa la vida de los “terrícolas”, sus construcciones, sus avenidas, sus luces nocturnas… En fin, el transcurrir habitual de sus vidas.

En general tenemos la visión de los problemas cotidianos desde tierra a la mar, raramente conocemos la visión contraria desde la mar a tierra firme. Así, en estos días de campaña electoral y votos, no pensamos en un colectivo totalmente olvidado, que es esencial para el desarrollo de nuestras vidas y la economía en general, como es la gente de la mar, los marinos. “Hay tres tipos de personas, los vivos, los muertos y los marinos”, así definía ya en el siglo VI antes de Cristo, el filósofo griego Anacarsis.

Son más de un millón de marinos en el mundo y más de treinta mil en nuestro país, distribuidos entre la pesca de altura y la marina mercante. Estos trabajadores sufren desde hace tiempo unas duras condiciones laborales, todo ello unido además al aislamiento familiar y social. Sufren una discriminación aberrante: el agravio histórico de no poder ejercer su derecho al voto, un derecho constitucional que tenemos todos a elegir a nuestros representantes políticos. Hay mucha gente de mar, que no ha podido votar en su vida, hasta que se han podido jubilar. ¿Se imaginan una población de 30.000 habitantes dónde no se permitiera el voto? ¿Qué sentido democrático tendría un proceso electoral con esta anomalía?Son 34.000 los marinos dedicados a la pesca de altura y enrolados en la marina mercante, casi el último censo electoral de Vila-real. Imaginen que despropósito.

Si bien es cierto que dentro de la normativa de la ley de Régimen Electoral General (LOREG) existe la posibilidad del voto por correo, este resulta un recurso farragoso que no se adapta para nada a las condiciones de vida a bordo de los mercantes o de los pequeros de altura. Estos realizan campañas de cinco o seis meses fuera de casa. La falta de permanencia atracados en un puerto durante días les impide remitir sus votos en los plazos establecidos, ya que están en plena marea de pesca o en singladuras largas entre puertos muy distantes entre sí.

Según la Asociación Española de Titulados Náuticos Pesqueros (AETINAPE), en diciembre de 2015 escasamente votaron en todo el estado 7 personas. Por desgracia, el proceso de voto por correo no se adapta para nada a la vida a bordo. Es un despropósito que debería subsanarse cuanto antes.

La tecnología y la comunicación actual vía satélite deberían propiciar la solución a este problema enquistado. Ello debería permitir crear una fórmula para que se pudiera votar desde los barcos, con la identificación fidedigna de los tripulantes y con la comunicación a tiempo real con tierra podrían ser procedimientos perfectamente válidos y homologables a efecto de dar fe a esos votos.

Ya existe un mecanismo extraordinario similar dentro de la LOREG para reconocer el voto de los militares que se encuentran en misiones internacionales de paz. Ya no se trata de saldar una cuenta histórica, sino de una cuestión mínima de democracia, del reconocimiento del derecho a ejercer el voto de los marinos que se encuentran embarcados en largas campañas por todo el mundo. De esa forma evitaríamos lo que ocurre hoy en día, que únicamente los muertos y los marinos son los que no votan.

                                                                                                                                                   Javier Peris

                                                                                                                                                Marino Mercante