ANUAL

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El 22 de Julio de 1921 y en los días subsiguientes, el ejército español sufrió la peor derrota que haya recibido un ejército colonial en África. Los cuerpos de más de 10.000 soldados sembraron los poco más de setenta kilómetros del camino que va desde Anual a Monte Arruit.

No fue una batalla brillante, los actos heroicos reseñables fueron muy escasos, fue una sangría inmensa, un inacabable tiro al blanco fruto del grandísimo abandono en la preparación y equipamiento de los soldados, de la corrupción galopante de un sistema y de la deserción de muchos, demasiados, oficiales. Todo catalizado por la intrusión frívola de un frívolo rey.

El enemigo no era un ejército moderno y bien equipado. Básicamente se trataba de dos mil combatientes encuadrados por Abd-el-Krim, el líder de los Beni-Urriaguel, a los que se fueron sumando grupos apenas armados de diferentes tribus, pero cada vez más numerosos y entusiasmados conforme la derrota española, hora tras hora, iba alcanzando proporciones gigantescas.

Desde ese momento, Abd-el Krim se convirtió en la gran referencia obligada de todos los movimientos independentistas que querían ver su país libre de la colonización de las potencias europeas en pleno siglo XX.

En el lado español, anímicamente necesitado de caras nuevas, empezó a despuntar en la prensa nacional la figura de un joven oficial, un mediático diríamos ahora, Francisco Franco, que codirigió la también muy mortífera retirada española de Chauen a Ceuta, pero en la que las desbandadas de oficiales y tropas fueron muy escasas.

Hoy en día, el nombre de Franco se ha ido retirando paulatinamente del nomenclátor de las calles y de los monumentos.

Por su parte, los restos de Abd-el Krim continúan enterrados en Egipto porque la monarquía marroquí nunca ha solicitado su repatriación.

En Anual, una pequeña y deteriorada placa, situada en un reducido espacio al aire libre y sin señalización alguna, recuerda, en lengua árabe, nuestro drama.

                                                                                                                                                  MERCANTE